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Autor: Desimoni, Luis M.
Fecha: 22-sep-2020
Cita: MJ-DOC-15538-AR | MJD15538
Sumario:
I. La personalidad antisocial como fuente de la comisión de injustos. II. Otros puntos de vista sobre la violencia delictiva. III. Análisis del injusto desde la perspectiva de las personalidades individuales que los actúan. IV. Conclusiones V. Bibliografía.
Doctrina:
Por Luis María Desimoni (*)
«Perché succedono certe cose? e comme fanno alcuni individui a comettere certe azioni?» – MASTRONARDI.
I. LA PERSONALIDAD ANTISOCIAL COMO FUENTE DE LA COMISIÓN DE INJUSTOS.
El profesor Mastronardi de la Sapienza de Roma, expresa claramente en el prólogo a uno de sus múltiples trabajos sobre perfiles psicopatológicos, lo que pensamos recurrentemente los seres civilizados, dotados de frenos inhibitorios y es «¿por qué suceden ciertas cosas? y ¿cómo hacen algunos individuos para cometer ciertos actos?» tal como lo señala el copete de esta publicación.
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Y explicar ese tema científicamente, y no con una lógica superficial de periódico amarillista no es sencillo, y además este tema se encuentra en pleno desarrollo y como material de estudio por parte de los criminólogos. Sabemos que en lo genérico esta temática está sociológicamente asociada al trastorno producido por el medio urbano y a un bajo status socio-económico de los individuos que presentan dicho perfil, por lo que el autor Rodríguez Manzanera estima que «deben los psiquiatras tener un gran cuidado al hacer el diagnóstico, y en tal sentido se ha hecho tradicionalmente la diferencia entre psicopatía y sociopatía», para distinguir el trastorno de los primeros, del de los segundos como adaptación a un medio criminógeno «como estrategia de supervivencia».
En una investigación de hace casi dos décadas publicada en coautoría con FITENCO, lo denominamos «el nuevo hombre delincuente» tema que debería ser más abordado por la antropología criminal que por la psiquiatría forense, dado que dichos perfiles se acercan más en sus accionares a lo que suponemos debe haber sido el comportamiento de los hombres primitivos violentos.
Con esto queremos expresar que el «delincuente» -«concepto en crisis para algunos autores por estigmatizante»- actúa motivado por una lógica marginal que bien expresa KESSLER, es decir con cierta lógica y procurando un rédito.
Por el contrario el «nuevo hombre delincuente» actúa narcoestimulado con «pasta base» y alcohol y su accionar deviene incomprensible para una mente «normal»es decir la de un ciudadano medio en razón que comete graves ilícitos y como su vida carece de sentido, el lógico corolario es que el de sus víctimas también.
Dicho sencillamente no exhibe códigos civilizatorios ni aprecia el valor vida.
Quien no nos crea procure mantener una conversación con algunas de estas personas y saque sus propias conclusiones. Anticipamos que el discurso de ellos cambiará en la medida que se encuentren merodeando libres buscando víctimas o intramuros bajo custodia.
Y ahora retomando nuestro artículo anterior, expresamos que el tema de los perfiles psicopatológicos debe trabajarse bajo el trastorno antisocial de la personalidad (F 60.2) que es la denominación que «da el DSM-IV-TR» a la «personalidad psicopática o psicopatía», en la cual es dable advertir que la característica esencial del referido trastorno «es un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás, que comienza en la infancia o el principio de la adolescencia y continua en la edad adulta».
Pero en el caso de la marginalidad violenta, aún no estamos contestes en si puede hablarse lisa o llanamente de psicopatía, o debemos hablar de seres involutivos.El psicópata conoce códigos pero no los respeta, tema que respecto de la nueva marginalidad lamentablemente creciente no lo sabemos.
Tratemos igualmente de momento a dichos perfiles marginales como sociópatas, y volviendo a Rodríguez Manzanera, vemos que «ha sido desde siempre uno de los favoritos en materia criminológica y psiquiátrica, desde la «manía moral» de Albercromby (siglo XVII) hasta el «loco moral» de Lombroso, pasando por la «manía sin delirio» de Pinel y la «locura moral» de Pritchard».
La prevalencia de ese trastorno se estimaba de un 3 % en hombres y un 1 % en mujeres, si se analiza la población en general, pero sube notablemente en el medio penitenciario en donde llega a superar el 30 %.
Otro distinguido especialista, el ya citado Profesor Emerito Robert Hare de la British Columbia University de Canadá, lleva ya más de 30 años investigando psicopatías y es el autor de la conocida escala «PCL (psychopathy checklist) y su revisión (PCL.R)» considerados actualmente los más precisos para estimar el riesgo de conducta violenta.
Entre las importantes observaciones que hace el referido investigador en su inestimable trabajo «Sin conciencia» destacamos su afirmación que los psicópatas «no son solo los fríos asesinos de las películas», están en todas partes, viven entre nosotros y tienen formas mucho más sutiles para hacer daño que las meramente físicas.
Los «peores perfiles», según su punto de vista, se encuentran en sujetos que llevan ropa de marca y ocupan suntuosos despachos en la política y las finanzas y la sociedad no les ve o pretende no verlos y los consiente, posición que como vimos no es pacífica entre los investigadores, ya que para otros estudiosos a la mayoría de los psicópatas les es difícil introducirse en la política o en las finanzas por su falta de concentración y tendencia parasitaria que además tiende al aburrimiento.Destacamos que el problema de las psicopatías es universal, igual en todas partes, radicando la diferencia en los «matices culturales sociológicos» de los diferentes países en cuanto a su tolerancia o rechazo. Proporciona como ejemplo a Sudan donde matar se considera un comportamiento aceptable, y en países como los EEUU comportamientos que hace 15 años no se toleraban en la actualidad se van aceptando fruto tal vez de la influencia mediática del cine y la televisión («copy cat») que presenta una exhibición permanente de hechos actuados con violencia, premeditación, sangre fría y falta de remordimientos.
Hace unos años se hizo una conferencia en la UBA sobre si la exhibición reiterada de actos sádicos y tortura estimula esas perversiones, lo mismo puede decirse para muchas series de Netflix, la respuesta es que sólo afectaría al que tiene un perfil perverso, siendo rechazado por la mayoría de perfiles neuróticos.
Yo creo y ya lo he expresado que en el caso de los EE UU particularmente, el tema sería un efecto derivado de la deshumanización necesaria para sostener un Estado que mantiene su poderío en base al recurso de la guerra y así lo sostuvimos en nuestro último trabajo sobre DDHH y Guerra contra el Terror.
Compartimos absolutamente, en cambio, la afirmación de Hare en el sentido que la tolerancia cultural de una sociedad va a ser la que, en definitiva, permitirá tener diferentes conceptos sobre la «imputabilidad o inimputabilidad» al presentarse los casos concretos ante los estrados judiciales.
En líneas generales los crímenes financieros o los timos empresariales y políticos tienen una mayor posibilidad de resultar impunes, que el caso de los delincuentes que cometen daños físicos empleando una violencia primitiva.Y cada tanto sospechamos que algún Estado condena a ciento cincuenta años a sujetos tipo Bernard Madoff para presentar un «cordero propiciatorio» o un anticuerpo que preserve al sistema.
Parecería que la diferencia de la punición y las agencias de la ley para algunos autores, estaría reservada y centrada en la necesidad de evitar la violencia física, en tanto paralelamente se toleran los perjuicios que causan otros delincuentes mediante sutiles daños patrimoniales a un número determinado o indeterminado de sujetos mediante artilugios virtuales, cuyos resultados suelen ser catastróficos.
II. OTROS PUNTOS DE VISTA SOBRE LA VIOLENCIA DELICTIVA.
Por nuestra parte creemos que el tema de la violencia está ligado al grado de evolución cultural de los países, es impensado que un pueblo primitivo pueda cometer otro tipo de injustos que no sean los que afectan el valor vida e integridad personal, por decirlo de algún modo. El tema abstracto del patrimonio y su defensa, como bien jurídico, es algo que viene luego, a partir de la evolución y el desarrollo sociológico.
En este último sentido Maslow citado por Mastronardi habla de la teoría de las necesidades progresivas y si nos detenemos en los razonamientos de dicho autor, los mismos pueden resultar razonables y posibles, clasificando los diferentes síndromes que conducirían a la formación de una personalidad antisocial.
Se clasifican y definen de este modo:
– «Síndrome de la falta de autoestima». Argumentan, los que sostienen esta teoría, que los delincuentes no han desarrollado un adecuado nivel de autoestima y las agresiones se producen con el objeto de compensar esa carencia.
– «Síndrome de la Voluntad Omnipotente». En base a este razonamiento que también podría conectarse con el punto anterior, el delincuente no busca el daño físico, sexual o patrimonial de su víctima sino el control total de la misma.Es una búsqueda de poder que obedece a la persecución de una fantasía que presenta la psiquis del agente.
– «Síndrome Jekyll-Hyde». En este caso se advierte que los sujetos que cometen injustos penales podrían presentar casos de una doble personalidad en la cual una actúa el injusto y la otra los lleva a cometer errores -probablemente inconscientes- para hacerse capturar y/o en casos de gravedad, atentar contra sus propias vidas. Su parte de personalidad equilibrada se enfrenta con la parte perversa y toman conciencia de ello. Los expertos tratan de explicar dicho síndrome como un esfuerzo inconsciente de una parte de la personalidad que tiende a destruir a la otra.
– «Teoría de la sobrepoblación y del 5 % dominante del Calhova». Es el caso de seres desventajados que sufren el problema de la sobrepoblación y de los rigores del hambre y la miseria y que, finalmente, comienzan a desarrollar rasgos perversos que los llevan a homicidios y sevicias contra menores. En nuestro medio se desarrolló un caso celebre en el año 1912 del caso de Santos Godino un menor que respondía a ese perfil y que se lo conocía con el apodo del «petiso orejudo».
– «Síndrome del Emperador Romano». Se debería a un sobredimensionamiento del síndrome del Poder como le ocurría a Calígula, Tiberio o Nerón, en opinión del autor citado. Él piensa que cometían graves daños e incluso llegaban al homicidio y muchos otros crímenes para superar el aburrimiento, es decir por una búsqueda de diversión y adrenalina, y en base a su indiscutido poder.
En estos casos el paralelismo según Wilson de aquellas personalidades con los criminales modernos se entiende que podía estar dada en que los homicidas seriales podrían aburrirse con la rutina de la vida moderna, y así como en el accionar de los Emperadores objetivizan a las personas para su placer y diversión.Estos comportamientos suelen advertirse también en la personalidad de los jefes de carteles de narcotráfico cuyo nivel de psicopatía es importante. Para estos individuos los otros seres humanos no son personas con dignidad sino que están despersonalidados u objetivizados y solo sirven a sus fines particulares.
– «Teoría del hombre violento o necio que no acepta que se lo contradiga». Vogt (1954) explica que sería el caso de los dictadores que creen tener el dominio de la Verdad y de la Justicia. Expresa, además, que estas personalidades se manifiestan ya de niños mostrando un sentido de omnipotencia y una actitud de sentirse centros del Universo.
III. ANÁLISIS DEL INJUSTO DESDE LA PERSPECTIVA DE LAS PERSONALIDADES INDIVIDUALES QUE LOS ACTÚAN.
Para que el comportamiento delictivo, derive en hechos criminales de magnitud o actitudes de grave ofensa sexual u homicida contra las víctimas, se analiza tomando como un punto de partida la infancia del individuo. En tal sentido podemos recordar un film de los años setenta «La Residencia» del director Chicho Serrador, en donde está muy bien presentado este tema. Un niño alojado en un orfanato que presentaba signos de timidez y falta de comunicación, se encierra en sus fantasías y sus juegos solitarios que comenzaban con la destrucción de insectos y otro tipo de animalitos con saña y con el devenir del tiempo el sujeto alcanza el nivel de un asesino sádico y despiadado.
Es por ello que los investigadores, en base a la casuística y la estadística sobre la que trabajan, ubican a los delincuentes más peligrosos en las franjas de:
1. Hijos ilegítimos.
2. Huérfanos de uno o dos padres.
3. Hijo de padre abusivo en tanto que paralelamente la madre es permisiva.
4. Su infancia se ha caracterizado por malos tratos con violencia física, psíquica o sexual de uno o de los dos padres.
5. Una necesidad de llamar la atención que les es negada, lo cual desemboca en el histrionismo.
Por lo expresado y según el modelo SIR: 1.socio ambiental 2. individual y 3. relacional. Nos preguntamos si ¿estas pautas pueden ser aplicadas a cualquier cultura o subcultural en forma universal? ya que lo «Socio ambiental»: El perfil se generaría en la infancia porque la ausencia de contención familiar y afecto no le permite al individuo un desarrollo correcto de la empatía respecto de otros seres humanos. En otros términos faltaría el sentimiento de «piedad» de Garofalo.
En cuanto a lo «Individual»: la ausencia de una personalidad equilibrada debe entenderse como el resultado de una serie de repetidos abandonos, abusos físicos, sexuales y psicológicos, que conforman el trauma base de la personalidad criminal.
Y por último lo «relacional»: se interpreta que la personalidad antisocial encuentra dificultades para el ingreso en el tejido social, lo cual, en general, se logra durante la infancia en el seno de la familia y luego en la escuela. Durante la adolescencia ya es muy tarde y no se logra, porque el sujeto «presenta una fachada de normalidad», que convive con un «núcleo central de angustia interior y tormento profundo».
En general, siempre existe un disparador de los hechos delictivos que no es igual para todos los casos, ni en todas las personas, ya que lo que sería traumático para alguien en forma extrema no lo seria para otra persona y ese es otro tema de estudio en el cual es preciso detenerse.
Volviendo a la criminalidad en general lo expresado demuestra que en lo que deben centrarse los peritos es en la «comprensión de la criminalidad de la posibilidad de dirigir sus acciones, lo cual requiere precisos tests y estudios muy pormenorizados para penetrar en la mente del sujeto» e interpretar el por qué puso en acto un accionar constitutivo de un injusto determinado.
En cuanto a su resocialización de los diferentes perfiles, con el apartado expresado sobre la marginal entendemos que es un tema ajeno a lo jurídico y perteneciente a lo interdisciplinar, ya que generalmente esos perfiles han sufrido traumas o no han sido socializados por lo cual debatiríamos el tema de la pena y su función en estos casos.
No soy psiquiatra pero he trabajado con muchos profesionales de la salud mental y en este tema surgen las perplejidades y las dudas.
IV. CONCLUSIONES
Como conclusiones del presente trabajo es importante resaltar que los avances del estudio de la psiquis de los delincuentes, que en los albores de la materia advirtiera Garofalo, adquieren cada día una mayor complejidad y deviene imposible el tratamiento de una inimputabilidad personalizada, o la prolija diferenciación en grados de semi inimputabilidad, ya que los sujetos que padecen psicopatologías, tema que lamentablemente cada día es más frecuente, hace imposible la comprensión de cada caso con semejante precisión.
El estudio de investigación interdisciplinaria nos permite advertir matices que antes los juristas, los estudiosos de la mente, los antropólogos o los sociólogos no podían encarar con plenitud desde sus individuales cubículos.
Consecuentemente lo que pensamos que deben trabajar los expertos es:
a. La posibilidad de alcanzar el mayor grado de «certeza procesal posible», para ilustrar al magistrado en base a estudios científicos «psicológicos, psiquiátricos y/o neurocientíficos» sobre el estado de conciencia del sujeto sobre el acto criminal que ha cometido.
b. En el caso de los «psicópatas» es esencial «poder discernir mediantes tests, y entrevistas», si el grado de incomprensión de la criminalidad de sus actos, alegados en las indagatorias es genuino o fingido, dado que las características relevantes de estos sujetos «es su alto grado de frialdad, ausencia de culpa y elevado histrionismo».
c. En el caso de psicóticos y esquizofrénicos es menester también poder contar con el mayor grado de certeza en base al diagnóstico sobre su estado psíquico y las causales que los llevaron a delinquir.
d.Ofrece inconvenientes al jurista poder discernir el tema de las personalidades criminales, en el momento de distinguir si sus causas obedecen a «factores individuales y/o sociopáticos subculturales y/o fruto de degradaciones mentales toxicológicas» tema al que nos referiremos en una futura entrega.
Finalmente, y a modo de cierre, expresamos, que lo que los estudiosos de la ciencia jurídica plasmaron en códigos penales hace un siglo y que hemos referido en el acápite primero, presenta respecto al tema de la aceptación de la inimputabilidad en los procesos, cada vez una mayor complejidad frente al avance del estudio de las patologías de la psiquis humana, enfrentando siempre, como corolario al orden asentado en el positivismo y la excusa individual cada vez más permeable a ser aceptada, debilitando la armónica convivencia y la seguridad colectiva que se persigue permanentemente con las herramientas del marco normativo.
V. BIBLIOGRAFÍA
– CLECKLEY H.: The mask of sanity.- 1941.
– DESIMONI, LM. Fitenco O.: El nuevo hombre delincuente. Ed LA LEY; Bs.As.; 2003
– DESIMONI, LM.: Derechos Humanos y Guerra contra el Terror. Abaco. 2003.
– FOUCAULT, Michel: La verdad y las formas jurídica; p. 127; Gedisa; Barcelona; 1995.
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– HAKKANEN, Nylom y HARE, Robert: Psychopathy, Homicide ante the courts- Working the system- Criminal Justice and behaviour; Vol XX; Asociation for correctional and forensinc Pshicology; 2009.
– HARE, R. and LOGAN, Matt: «CRIMINAL PSYCHOPATHY: AN INTRODUCTION FOR THE POLICE» to appear in Psychology of Criminal Investigation. Page 2
– HARE Robert: «Without Consciente»; Guilford Press; London; 1993
– KESSLER G.: Sociología del delito Amateur. Paidós. 2010.
– MASTRONARDI V- DE LUCA R; I Serial Killer; Newton Compton Editori; Roma: 2005.
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– RODRÍGUEZ MANZANERa L «Criminología Clinica» p. 203, Ed. Porrua, M
(*) Docente. Investigador y Publicista. Director del Master en Criminología y Ciencias Forenses de la Universidad UCES Bs. As. Argentina en convenio con La Sapienz de Roma.