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En una carrera contra el tiempo, el Gobierno se apura para cerrar cuanto antes nuevos acuerdos de precios por sector con el objetivo de evitar que la ventaja competitiva que logró el tipo de cambio con la devaluación del peso sea licuada por nuevos aumentos y se ingrese en un círculo vicioso. Con la mirada puesta en ordenar el frente económico, la apuesta oficial es contener una disparada de la inflación, como paso previo ineludible antes de encarar la discusión salarial.
Aunque ningún funcionario se arriesga a dar certeza de un plazo, hay coincidencia en que la primera quincena de este mes será clave para arreglar topes y metas específicas por rubro. En una pulseada que asoma durísima, la intención es traducir los resultados generales en un acta compromiso.
Según confiaron fuentes oficiales a LA NACION, se aceleró el cronograma con los distintos eslabones de la cadena de valor y está en marcha para estos días una convocatoria extendida al sector primario que incluye, entre otros, a los productores de granos, lácteos y carne, en una seguidilla de encuentros que promete alto voltaje.
La negociación con el agro, enemistado con la Casa Rosada desde la batalla por las retenciones a la soja que se intentó imponer en 2008, se presenta como un desafío extra. Para hoy, la agenda arranca con cerealeras, a las que el Gobierno viene presionando para que liquiden cosechas, y firmas mineras (ver aparte).
“Primero hay que cerrar con los empresarios para después avanzar con paritarias”, insistieron en un despacho oficial. Saben que ese primer casillero determinará la puja por los salarios con los gremios. Así se lo transmitió el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, al líder de la CGT oficialista, Antonio Caló, cuando le pidió que los sindicatos vuelquen a sus afiliados a vigilar las góndolas.
Hasta ahora se sellaron pautas con supermercadistas, fabricantes de línea blanca, cadenas de electrodomésticos, siderúrgicas y petroquímicas, estas dos últimas consideradas relevantes en la estructura de costos porque abastecen a un gran número de industrias. Se está por oficializar el pacto de precios con la construcción.
Los encuentros fueron, según describieron testigos de esas rondas, verdaderos duelos. Siempre se repite el mismo ritual. De un lado de la mesa, los funcionarios. Del otro, representantes de las cámaras, presidentes y gerentes generales de compañías. Capitanich arranca con un speech de números que sintetiza la mirada del Gobierno sobre el área y luego cede la palabra a los invitados.
Uno de los tironeos más fuertes fue con los laboratorios farmacéuticos, al punto de que el jefe de Gabinete abandonó su estilo protocolar en el cruce con los hombres de negocios.
Si bien originalmente la modalidad de reuniones -ya se realizaron 15 en la Jefatura de Gabinete- surgió con un criterio de revisar cada actividad, la devaluación de hace dos semanas dirigió la mirada casi exclusivamente a los costos.
Por estas horas, el Gobierno trabaja en reforzar la capacidad operativa para controlar los acuerdos vigentes. Como hizo Néstor Kirchner en 2004, cuando con la reactivación comenzó una tibia remarcación en los artículos de consumo, se habló con intendentes y gobernadores para diseñar una supervisión territorial, que no sólo tenga foco en Precios Cuidados, la canasta de 194 artículos.
Controles
La misión en los municipios será transmitir la información a la Secretaría de Comercio, organismo con atribución de aplicar multas y sanciones (de lo que se informa por separado). Aunque en el Gobierno creen que la herramienta más intimidante es autorizar importaciones. Igual emerge como un arma de doble filo al potenciar la salida de dólares, en un contexto de caída de reservas.
“Hay especulación fogoneada por el poder económico que no quiere a Cristina, pero también es una cuestión cultural, hasta los comerciantes más chicos remarcan por las dudas”, evaluó un ministro.
En el Ministerio de Economía, conducido por Axel Kicillof, consideran que sólo el 30% de los bienes que se producen tiene un componente importado, por lo que, en los hechos, forjarán para acotar el impacto.
Más que nunca, la Presidenta monitorea el trabajo del equipo económico que comparten Capitanich, Kicillof y el presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, con mayor gravitación en la residencia de Olivos. En su rol operativo, volvió a escena después de los contrapuntos internos Ricardo Echegaray, el titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP).
Protagonistas de una pulseada
Jorge Capitanich
Jefe de gabinete
El chaqueño es quien preside las reuniones con sindicalistas y empresarios que el Gobierno viene manteniendo para tratar de acordar precios de la cadena productiva de varios sectores y evitar así nuevos ajustes inflacionarios.
Axel Kicillof
Ministro de economía
En la cartera que conduce el joven economista sostienen que sólo el 30% de los productos tienen componentes importados, por lo que presionarán para evitar aumentos que impacten en los precios de los productos, cuyo control el Gobierno pretende profundizar.
Antonio Caló
Secretario general CGT
El jefe de la central obrera oficialista volvió a advertir que las paritarias tienen que compensar el desgaste salarial que viene produciendo el aumento de precios de los últimos meses. El Gobierno pretende acotar el impacto del aumento salarial en la inflación.
Fuente: La Nación